CABEZA FRÍA
A Pedro le ha salido mal
Si Sánchez quería acabar con la polarización, la ha elevado. Si quería salir reforzado, se queda más débil. Y si quería irse, ha escrito el peor epílogo
Daltonismo en el Congreso
Un insolvente en el consejo de RTVE
Algún día tenía que llegar. El genio de la resiliencia y de las piruetas políticas extremas se la ha pegado. La cúpula socialista se dio ayer un baño de militantes ante las puertas de Ferraz, pero allí no estaba la ciudadanía a la que apeló Sánchez en su carta abierta ... . Un día antes de conocer el resultado de su todavía incomprensible «reflexión», y tras varias jornadas viendo a los socialistas comportarse bochornosa y lamentablemente, más como una secta que como un partido, el jefe del Gobierno se encuentra en un callejón de difícil salida más allá de la dimisión.
Si su verdadera intención, como afirmó en su carta, era abrir un periodo de reflexión colectiva para rebajar la crispación del país, el resultado ha sido el contrario. Su mensaje, y la maquinaria posterior de Ferraz, han provocado que los socialistas sintieran como propia la agresión de la ultraderecha que denuncia Sánchez, y han cerrado filas incondicionalmente. En lugar de reflexión colectiva para el entendimiento, ha logrado un enfrentamiento colectivo para la ruptura. Hoy, el país está peor que hace una semana, frontalmente dividido entre quienes apoyan a Sánchez y quienes están en contra.
Si su intención era salir reforzado políticamente, el resultado también está siendo el contrario. En estos últimos días hemos visto a dos de sus socios clave en el Gobierno, Carles Puigdemont y Pere Aragonès, atacarle con dureza y ponerle en evidencia públicamente. Si decide seguir, hará el ridículo al darle la razón al PP en que su «plena reflexión» era solo una maniobra para reafirmarse y ser jaleado por los suyos. Ni que decir tiene que la oposición le achicharrará durante el resto de la legislatura por su huelga de cinco días.
Cuanto más débil está un presidente del Gobierno, más caros le cuestan los apoyos, y en el bloque de investidura hay partidos que se frotan las manos pensando en que, si Sánchez continúa, harán más caja. La primera ocasión, la posible moción de confianza que no serviría para resolver la crisis que le llevó al retiro porque fue ajena a sus apoyos en el Parlamento, pero sí como coartada para justificar que continúa. Seguramente, este examen lo sacaría adelante porque Moncloa puede amenazar a sus socios con convocar elecciones con el efecto, entre otros, de hacer decaer la amnistía , pero no le resultará gratis.
Si la intención de Pedro Sánchez era intentar dar el salto a la piscina de los organismos internacionales, su pataleta ha deteriorado considerablemente su imagen y la de su mujer en el exterior. Él ha quedado retratado como un líder irresponsable porque resulta incomprensible que un jefe de Gobierno dispare la incertidumbre de su país con una presidencia vacante durante cinco días. Sobre Begoña Gómez, sus problemas con la Justicia han dado la vuelta al mundo.
Si, por último, nunca hubo táctica sino solo intención de dimitir y así lo acaba haciendo, su carta es tan impropia para un jefe del Gobierno que supone el epílogo más nefasto para quien fue durante años el rey del relato de resistencia.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete